Rosa
Aprendió a
ser puntual después de las primeras broncas de Luis por los 5 o 10 minutos de
retraso que ningún tren demorado justificaba. Ahora llega siempre a las 8 menos
20. Buen día Rosa. Buen día, Señor Luis. Nunca variaban el saludo. En realidad,
nunca variaban nada. La ubicación de la taza de café, de la azucarera, del
plato con las 2 tostadas, del queso blanco siempre en el lugar exacto, como si
hubiera una marca invisible señalándolos. La llegada de Luis rodeando la mesa,
apartando la silla, sentándose, los viajes precisos hacia la mesa para transportarlo todo, parecen casi un
ballet. Y el silencio, siempre el silencio, mientras él desayuna y lee el
diario en la tablet. Ella, antes de decir algo piensa, elige las palabras,
aclara la voz. Don Luis, hoy voy a comprar al Super, se acordará de dejarme la
plata. Claro, dice Luis, sin levantar la vista de la tablet. 20 minutos dura el
ritual, para Luis casi automático, para Rosa un poco tenso. No es que le tema,
no es por nada, es ella que se siente menos. Hasta mañana, se despiden. Ella se
relaja y sigue con las tareas, contenta de saber que lo más difícil del día ya
pasó.
Casualidades
- Ella
escucha la radio
- El es
locutor. Tiene un programa a la noche, donde habla con oyentes, opina sobre todo,
pone música.
- Ella se
engancha con el programa, le gusta el clima y la música
- Cuando él
habla a veces le parece pedante y vacío y otras inteligente.
- Ella, que
está sola, se relaciona y fantasea cada vez más intensamente con él.
- Un día va
a la salida de la radio: quiere saber como es físicamente.
- Lo ve
salir con otro, tal vez un productor. A él lo reconoce por la camisa blanca. En
el programa la había mencionado.
- Lo sigue escuchando y ahora también lo
imagina físicamente. A veces se excita.
- La radio
organiza una fiesta. Ella va sexy e ilusionada.
- Lo ve del
brazo con una mujer. Al rato, no le quedan dudas: él está en pareja.
- Toma una
copa en la barra y se va. Llueve, espera un taxi. Sale un hombre, el presunto
productor que estaba con él cuando fué a espiarlo a la radio. La mira y le
pregunta ¿te acerco a algún lado? A ella el corazón le explota: reconoce la
voz, es él. Bueno-dice tratando de parecer segura e indiferente- voy a
Caballito. Camino del coche ella mira su camisa blanca y sonríe.
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